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Crouch, Riley A. Empty Crouch, Riley A. {Vie Nov 27, 2015 5:07 am}




Riley A. Crouch
 
Riley Aeryn Crouch
Played by Victoria Lee

05.03.92
23 años

Estadounidense
Heterosexual

University Students (Trinity C.)
Estudiante de Negocios Int.


P. Psicológico


Gustos
Disgustos
▲ Días lluviosos, se relaja.
▲ Trabajar, se siente bien consigo misma.
▲ Salir con su padre, no es común, así que lo disfruta.
▲ La música tranquila. Baladas, clásica, instrumental.
▲ Tocar el piano, tomó clases aunque no tiene uno.
▲ Reciclar ropa, ahorra dinero y le gusta hacerlo.
▲ El cine y el teatro, no importa el género.
▲ Las aves y las flores, es una cursi de primera.
▲ Su carrera.
▲ La gente engreída, la desespera.
▲ La comida picante, no está acostumbrada.
▲ La homofobia o xenofobia.
▲ El alcohol, le gusta pero la sensación la odia.
▲ Salir de noche, no es mucho de fiestas.
▲ El transporte público así no le quede de otra.
▲ Que le hagan menos por su condición económica.
▲ Estar lejos de su padre por mucho tiempo.
▲ Preguntas sobre su madre.
Hobbies&Manias
Miedos&Fobias
▲ Al estar nerviosa, se muerde las uñas .
▲ Hace garabatos en los cuadernos si se aburre en clase
▲ Morderse el labio si se siente incómoda.
▲ Perder a su padre.
▲ Reencontrarse con su madre.
▲ Que la separen de Peter.


Historia

Las historias de amor son siempre un buen principio en estos casos, pero lo malo es que no todos corremos con la misma suerte que los demás. Algunas veces las relaciones no prosperan, la situación no toma el rumbo esperado o simplemente el inicio de una cosa, significa el final de otra. Por ejemplo, Peter, un hombre lo bastante apuesto e intelectual, se encontraba sentado tras el escritorio de su consultorio. Él trabajaba jornadas de doce horas diarias para el hospital, la actividad en el área de emergencias era una locura y la falta de personal lo retenía todos los días hasta largas horas de la noche.

La vida social del paramédico, por supuesto, era menos movida que el de una patata. Tras dejar la ambulancia en manos de otros, iba a casa a cenar, ducharse y dormir. No tenía novia, prometida y mucho menos esposa, pero sin duda había alguien que le alteraba las hormonas como a un adolescente. La vecina de enfrente era una mujer llamativa, su lenguaje corporal era lo bastante explícito como para que Peter se diera cuenta que la rubia despampanante a la que medio barrio parecía tenerle ganas, quería algo con él. De todos los hombres de la cuadra, con él.

Estaba claro que no buscaban nada serio. Crouch no pretendía nada formal por el momento y a ella sólo le hacía falta un letrero en la frente para decirle al mundo que era la mujer más fácil de llevar a la cama, pero difícil de amarrar. En fin, esa noche, justo cuando el castaño caminaba en dirección a su casa, vio a lo lejos que el par de piernas enfundadas en medias de seda traslúcida negra que tanto le hacían perder la razón, le esperaban fuera del portón con la clarísima intención de liberar la tensión sexual entre ellos. Por supuesto que él no desaprovechó la oportunidad y esa madrugada basta con decir que durmió poco, casi nada.

El siguiente día fue como borrón y cuenta nueva. La mentada vecina partió por su lado y él por el suyo, cada uno continuó con su vida y los encuentros se repitieron tal vez otro par de ocasiones, no más y no por falta de ganas. Ella desapareció de la noche a la mañana y aunque al principio le extrañó, el trabajo no le dejó pensar mucho en aquello y tan pronto como se enteró de su partida, se le olvidó por completo. No volvió a pensar en ella con frecuencia o ganas, sólo recordaba lo que había sucedido entre los dos como una experiencia pasajera y se sonreía porque de sobra está decir que lo pasó más que bien con la mujer.

Pasaron los meses y todo iba de lo más normal. Peter continuó siendo paramédico para el mismo hospital y su horario no cambió para nada hasta que un día, una mañana para ser más específicos, todo dio un giro tan radical, que por poco, el que iba a necesitar la ambulancia, era él. Tocaron el timbre un par de minutos antes de las ocho y tardó en bajar porque iba saliendo de la ducha. Cuando atravesaba los últimos escalones hacia el primer piso, volvieron a llamar a la puerta, esta vez con más ímpetu y una voz haciéndole coro. Reconoció de inmediato el tono y a quién pertenecía. Una sonrisa pícara apareció en su rostro, ella volvió después de tanto y pensó era para repetir la aventura.

Pero no. Lo que sucedió, fue todo menos lo que jamás en su vida se había imaginado. La persona que estaba frente de él había subido por lo menos unos diez kilos, se le veía cansada, estresada y llevaba un bulto en los brazos que sólo después de mirarla impresionado, se dio cuenta que se trataba de un bebé con a penas unos días de haber nacido. El estadounidense miró a su ex vecina extrañado, asustado e incrédulo, pero muy en su interior sabiendo qué era lo que se avecinaba. Ella le estiró a la recién nacida y dio una explicación apresurada, tajante y hasta un poco insensible de lo sucedido. En resumen, quedó embarazada de él nueve meses atrás y no tenía deseos de ser madre y cuidar a un bebé sin estar preparada.

Peter, sin poder decir nada de la impresión, se quedó como estatua en el frente de la casa, mirando a la rubia ya para nada atractiva, irse en un auto junto con un hombre que parecía haberla estado esperando. Pasaron dos, cuatro, cinco, quién sabe cuántos minutos hasta que reaccionó por el llanto de la pequeña y entró con ella a casa sin tener ni la más remota idea de qué debía hacer. Ese día, no fue a trabajar, después de que le llovieran un sinfín de ideas en la cabeza, se fue a la estación de policía más cercana, pero en Estados Unidos y en todo el mundo, la ineptitud del sistema judicial no le ayudó a resolver tremendo problema.

Con asesoría legal de una de sus tantísimas primas y aprovechando su empleo en el hospital, lo primero que hicieron fue hacerle un examen sanguíneo de ADN a la bebé para ver si era el padre biológico y confirmado el resultado, se vio metido meses en medio de papeleos, actas y a saber qué tantas cosas más para poder registrar a la niña como suya. Después de pensarlo, de creer que no estaba listo y lo mejor era darla en adopción, Peter decidió quedarse con su hija y hacerse responsable en lugar de huir tal y como la madre lo había hecho. No fue fácil, fue abrumador y disparatado, y sin embargo, lo hizo. La registró como Riley Aeryn Crouch y a partir de este punto, su vida como la había planeado, cambio para siempre.

Las primeras semanas fueron las más complicadas de todas, luego, conforme fue pasando el tiempo, cayó en cuenta que ser padre no incluía manual y la crianza y cuidado que le dio a Riley, como la de cualquier padre, estuvo lleno de cosas buenas y cosas malas. En sus primeros años, la consintió demasiado. Todo lo que la castaña le pedía, se lo daba sin objetar nada; reaccionaba a su llanto con apremios, la llevaba en brazos de un lado a otro y cumplía caprichos a los que no pueden acostumbrar a un niño de esa edad. Conforme iba creciendo, le costaba más controlarla, así que él mismo tuvo que hacer ciertos cambios en casa que rindieron frutos no mucho tiempo después.

Ingresó con seis años, y una actitud más tranquila, al colegio y por las tardes, una prima que vivía cerca de ellos, se encargaba de cuidar a la pequeña hasta que él terminaba el turno y podía pasar a por ella para llevarla a casa. Aeryn, para entonces, ya era una niña mucho más tranquila y competitiva en el sano sentido de la palabra. Le gustó desde pequeña el sobresalir y demostrar su inteligencia (que Peter asegura con las manos al fuego que la heredó de él), las notas no eran algo de lo que debían preocuparse, no cuando las típicas y muy temidas preguntas sobre su madre, empezaron a picarle la curiosidad.

Cuando estaba a solas con su padre, Riley preguntaba constantemente qué había pasado con su mamá, si no la había querido, si había muerto o estaba muy ocupada como para darse un tiempo con ella. Pet, hasta que su hija entró en razón, le contó todo tipo de historias sobre su madre que la ponían como una heroína cumpliendo una innumerable cantidad de misiones para ayudar a los demás. Aeryn dejó de creerlas desde antes de entrar en la secundaria, pero evitaba tocar mucho el tema porque en sus adentros, sentía miedo de no querer saber el verdadero paradero de quien la había dado a luz porque cada vez que preguntaba sobre ella, los ojos del americano lo delataban.

No fue hasta que cumplió quince años que supo la verdad y no por curiosidad, para ese entonces, la chica ya no sentía ni el más mínimo interés porque su padre llenaba cualquier espacio vacío en su interior. Ella volvió de la secundaria a la misma hora, sólo que esa tarde, le esperaba una mujer justo fuera de la casa. Era de estatura media, de buen cuerpo, vestida con ropa de marca y lentes oscuros. Al verla pensó que se parecía demasiado a una conductora de televisión, pero cuando llegó a la entrada, la intercepción de la señora fue tan brusca y con poco tacto, que Riley estuvo a punto de caerse de las contadas escaleras. Le llamó por su nombre, la acarició con arrepentimiento y le soltó la verdad de un sólo golpe.

Esa mujer era su madre y no le pareció ni cercana a la misma persona que le describió su padre cuando era niña. Por lo menos tuvo las agallas para contarle lo sucedido, se excusó por no haber estado lista, por haberla dejado sola con Peter y haber huido a una vida mejor sin preocuparse por su futuro. Para resumir, ese fue el peor día de Riley, porque si bien había estado pensando sobre la verdadera historia de su mamá, nunca se imaginó que de no ser porque su padre era un buen hombre, seguramente le habría dejado en la basura, afuera de una casa hogar o hasta vendido. Recibió de golpe mucha información y aunque dolió, se sintió más segura que nunca que amaba a su padre y no iba a irse con ella a ningún lado.

Fue el inicio de una batalla entre sus padres, Rita, como se llamaba la antigua vecina y entonces rival de Peter, se había casado con un juez adinerado y que amenazaba al paramédico con llegar hasta las últimas consecuencias si no le permitía a su mujer acercarse a su hija. Rileyera el motivo de las peleas y se volvió un tanto más callada, asocial y huraña que antes. No quería saber nada de su madre, pero ella parecía querer forzarla y fue así como en un ataque de desesperación, los Crouch tomaron la decisión de irse lejos de San Francisco a un sitio donde no pudieran encontrarlos y ellos pudieran continuar tan en calma como antes.

Sin anunciárselo a nadie, empacaron, se llevaron consigo los ahorros de Peter, y partieron directamente hasta una ciudad pequeña en Inglaterra. Llegaron medio año antes de su cumpleaños número diecisiete y aunque no celebraron nada en grande, el mejor regalo llegó después: Rileyhabía sido aceptada en la Universidad de Cambridge y era un peso menos de encima. Su padre no tenía que pagar por sus estudios y sólo debieron preocuparse por conseguir un sitio estable, la comida y las cosas que ella necesitaba conforme empezó a avanzar en la carrera que cursaba, es decir, Negocios Internacionales.

Pero obvio, mientras la complejidad de sus clases aumentaba, los instrumentos que requería eran más caros. Para ayudar a su padre, la muchacha consiguió empleo en una cafetería cerca de la Universidad y actualmente se dedica a estudiar y a su trabajo de medio tiempo que los ayuda a ambos a llevar la vida con más tranquilidad. No ha vuelto a saber de su madre y tampoco quiere investigar sobre ella. Peter, por su parte, trabaja en un hospital privado como paramédico con un horario mucho más flexible y cómodo para su edad.

Familiares

Peter Crouch / Padre / Paramédico / 55 años

Info Extra
▲ Sabe tocar el piano aunque no tiene uno. Le gustaría comprar alguno en un futuro.
▲ Tiene un hurón llamado T-Rex.
▲ Planea buscar un sitio donde pueda hacer sus prácticas.
▲ Vive en un vecindario tranquilo y de economía media en un apartamento.
▲ Le gusta el ciclismo, normalmente se traslada en bicicleta.
▲ Es humilde, de gustos sencillos. La ostentación la asusta un poco.
▲ Tiene una cicatriz en forma de media luna en el hombro después de una caída.
▲ La aceptaron en el Trinity College y le encanta, considera es el mejor.
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Crouch, Riley A. Empty Re: Crouch, Riley A. {Vie Nov 27, 2015 6:45 pm}




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