Hey, Brother — Ted {Jue Mayo 31, 2018 1:02 am}

Odiaba caminar sin rumbo fijo. Que la lluvia le calase hasta los huesos y los pies le pesasen al andar debido al agua que había dentro de sus zapatos. O como sus vaqueros hacían un ruido extraño cuando caminaba por culpa de la tela mojada.

Pegándose al escaparate de una tienda, sacó su teléfono y ubico de nuevo la dirección en el gps. Odiaba esos trastos, apenas sabía usar twitter como para que supiera usar un mapa dentro de un dispositivo. Cuando le indicó que debía seguir para encontrarse donde supuestamente vivía su medido hermano. O al menos eso esperaba, porque estaba cansada de dar vueltas y temblaba con solo de pensar que pasaría la noche en la cache si él no le aceptaba. Ahogó un llanto repentino intentando así quitarse esa idea de la cabeza, Ted era lo único que le quedaba después de que madre y su padrastro hubieran decidido echarla de casa por defenderse de las manos de este último y, a pesar de todo, el labio aún le palpitaba y notaba como si hinchaba cada vez más debido al golpe que este le había propinado.

Mejor así, ya no tendré que verles más. Pensó corriendo para cruzar la calle para esquivar los pocos coches que había por la ciudad. A los pocos minutos llegó a la dirección indicada y decidió pasar al portal con paso decidido, por suerte, ni un conserje la detuvo y pulsó el botón del elevador que llevó a la planta de su destino, dentro de este se miro al espejo e intento en vano mejorar su aspecto cansado, se giro bruscamente cuando el elevador se paro en la planta indicada.

Sabía de sobra que puerta era y caminó hacia ella con lentitud y golpeo dos veces la puerta con sus nudillo conteniendo la respiración hasta que se abrió y dejo ver a un hombre tan pelirrojo como ella — Eres... ¿Ted, Ted Simpkins? Porque yo soy Olivia Simpkins... — Sonrió nerviosa, maldiciendo en su interior lo estúpida que había quedado ¿por qué lo había soltado a la primera? ¿y si no era él? Si tenía que ser, tenía una corazonada y ella nunca fallaba con eso.

Se quedó sentado en la camioneta esperando a que aligerara un poco la lluvia. Tal vez debería haber escuchado a su esposa en respecto a llevarse un paraguas, pero había sido tan terco. Suspiró y pegó la frente en el volante, iba a tener que salir así del coche con todo y los víveres que había ido a comprar. Solo esperaba ser demasiado rápido como para no terminar con las bolsas de papel echas garras y con todo regado sobre el suelo.

— Ya casi, ya casi — repetía como si las bolsas fuesen a escuchar y hacerle el favor, menos mal que no se había ido de patas comprando, puesto que cuando solía hacer las compras sin la pelirroja se agarraba peor que niño en el pasillo de dulces, así que no se le dificulto la carga.

Se adentró y dejó las cosas sobre la mesa, sacudiéndose el cabello empapado y sacándose la camisa para después coger el teléfono para llamar a Rawrie. — Hey, babe — se dejó caer en el sofá mientras que el regordete pug se le iba encima. — Solo quería saber que ya estas con Charlie — largó mientras era ahora el mapache quien subía al sofá a reclamar su lugar también. — Ma avisas cuando pase por ti, n ose te ocurra venirte sola. — terminó la llamada.

Al colgar escuchó que llamaban a la puerta y se levantó a abrir, extrañado por completo de que alguien estuviese visitando su domicilio con el chubasco de fuera. — Hola — dijo a aquella pelirroja empapada de pies a cabeza. — Perdón, ¿Qué? — aquello le sacó inmediatamente ¿Simpkins? algo debía decirse, no era el apellido más común del mundo, un apellido que era lo único que su padre le había dado..

Se mordió su labio inferior, notando enseguida el escozor que provocaba en su pequeña herida. Estaba a punto de irse, de pedir perdón por molestar y largarse de ahí, era una cobarde y su padre se lo había escupido a la cara durante toda su vida, por eso, al recordar las palabras de su padre, respiró hondo. No tenía a donde ir y la única familia que le quedaba era su hermano Ted, si este le aceptaba, claro.

— ¿Eres Ted? — Volvió a preguntar un poco confusa por la respuesta —Verás... — Sacó su móvil del bolsillo trasero y trasteo en el hasta que dio con una foto: Su madre, ella en medio y el padre de ambos rodeando sus hombros con su brazo, apretándola contra él, en ese momento se dio cuenta de lo incómoda que había estado en ese momento y en como se reflejaba en su rostro, pero era la única foto familiar que tenía y era de hace un par de años, sin dudarlo extendió el teléfono hacia el chico para que viera el momento familiar... tan emotivo — Mi madre, yo y... y ese de ahí es mi padre. Y si estoy en la dirección correcta, también... el tuyo —  Apremió el móvil hacia él por si quería ver la escena más de cerca.

Un escalofrío recorrió su cuerpo por completo, el frío se mezclaba con el miedo. El miedo de no saber donde iba a dormir esa noche o de como iba a sobrevivir al día siguiente, por eso al menos quería saber si él era Ted, si era verdad que quedaba alguien bueno en su familia.

Había algo en aquella desconocida, algo que le causaba una sensación en su interior que no se explicaba, como si le conociera de algún lado, de otro momento. Pero por más que en aquel breve momento lo intentó, no logró recordar.

— Sí, soy Ted — Simpkins resonó una vez más en su mente, ambos compartían el apellido, pero él no conocía a más familia que a su propia madre, aquel apellido era lo único que tenía de su padre.

Mientras la chica comenzó a buscar en su bolso, Ted miró por sobre ella, esperando encontrar algún tipo de respuesta a la extraña e inesperada visita, algún personaje malamente escondido para decirle que era una broma, alguna jugarreta de esas malas que se televisaban. Pero entonces ella sacó su teléfono y lo extendió para mostrarle una imagen.
Se mantuvo callado por escasos segundos, mirando la imagen en aquella pequeña pantalla, una imagen que llegaba a lucir incomoda. Frunció el ceño y negó. — Yo no tengo un padre, no lo conozco, no me interesa saber nada de él — y era verdad, no quería saber nada de él, les había abandonado a él y su madre, había sido capaz de abandonar a una mujer embarazada solo por el qué dirán, por no rebelarse ante una familia con mucho más dinero que moral. — Lo siento, pero, no me interesa, así que informa a tu padre que no tiene más hijos, no aquí. —

Suspiró, sabía que su reacción podía ser esa ¿qué esperaba? ¿que quisiera hablar del hombre que le había jodido la infancia? Le entendía perfectamente y no sabía cuanto lo sentía — Mira sé que es tu padre. Y que no lo dirás abiertamente, porque yo tampoco lo haría — Comentó bajando su móvil, tiritó de frío de manera involuntaria, sus ropas se estaban secando frías y eso le calaba en los huesos — Yo solo... eres mi única familia decente que me queda. Me ha echado de casa y — Guardó silencio mordiendo su labio inferior, ignorando el dolor que aquello le producía.

— Siento haberte molestado con este tema, Ted — Esbozó una pequeña sonrisa amable, pero temblorosa ¿cómo le iba a decir que no tenía donde dormir? Su padre tenía razón: era una cobarde y siempre lo decía, pero esta vez quería hacerlo bien, sin forzar nada — Solo... tienes razón. Ese hombre ya no tiene hijos. No es mi padre, no después de este día de mierda— Se encogió de hombre soltando una pequeña risa nerviosa.

Aún recordaba como le había gritado él y su madre. Inútil, vaga, solo era uno de los insultos más amables que quería recordar, y también quería olvidar el puñetazo propinado en su labio, como una infeliz despedidas. Sin decir nada más se dio la vuelta y marcó el botón del ascensor para marcharse de allí, pensando en como demonios iba a sobrevivir ese día tan tormentoso.

"Yo tampoco lo haría".

Ted se quedó con la puerta a medio cerrar luego de escuchar aquello, observando con recelo a la pelirroja chica de quien no había notado aquel rostro por demás compungido y afectado. — ¿Te echó él de tu casa? ¿Por qué?— aquello era algo que sí podría creer de aquel hombre, por más que su madre se hubiese ocupado en jamás hablar mal de su padre, Ted ya no era un niño para no comprender las cosas. Siempre había deseado tener a su padre, y como todo joven curioso y necesitado de esa figura en su vida  había buscado así como encontrado lo que nadie debía encontrar jamás. Que su padre era una mierda.

— No quise ser grosero — se sintió de pronto tan mal de no haber dejado hablar más a la chica. — ¿Quieres pasar? — aquel corazón noble terminó por ceder, no podía portarse como un patán, ni siquiera sabía nada, y no creía capaz a aquella desconocida de plantarse así como así en su casa sin fuertes motivos.  Ted era alguien sin capacidad de creer en la maldad, razón por la cual no conocía a su padre.

Haciéndose a un lado y extendiendo la mano le dejó pasar al interior del domicilio, yéndose casi inmediato por algo para que pudiese secarse y abrigarse un poco.

Miraba el interruptor de la llegada del ascensor casi con ansiedad por largarse de ahí. Sentía la mirada del muchacho sobre ella y era una sensación que nunca le había gustado. Cuando escucho su pregunta desvió su mirada hacia el suelo y recordó lo sucedido: ella negándose a ir a por sus caprichos a una licorería y él enfadado por ello. Se giro de nuevo para encontrarse cara a cara frente a su hermano — Él quería cerveza. Normalmente voy a por ella pero ese día me negué, supongo que debía desquiciarse de alguna manera — Hizo una mueca con un gesto de dolor debido al golpe que aún se podía deslumbrar en sus labios — También ha insistido en que si no tengo trabajo y no aporto nada a su hogar — Rió con amargura — Sería mejor que me marchara. Estaba cansada de las amenazas — Comentó encogiéndose de hombros. Día tras día, aguantando las broncas de aquél hombre que muchas no venían a cuento. Lo que más le dolía era que su madre le siguiera el juego, pero estaba visto que eran tal para cual.

— Da igual, lo entiendo... — Se encogió de hombros quitando importancia al tema ¿quién en su sano juicio creería que una desconocida era su medio hermana? Ted tenía todo el derecho del mundo a dudar de ella misma.

Parpadeó por unos segundos dudosa de si en acceder a aquel lugar o no, realmente no quería ser de nuevo estorbo para alguien más, que era como así se sentía. Pero estaba calada hasta los huesos y empezaba a tener demasiado frío, el tan simple hecho de pensar que tendría que salir a la calle de nuevo le hizo caminar hacia el interior del apartamento.

Echó un vistazo al apartamento, sin duda era todo lo contrario a lo que estaba acostumbrada a vivir en casa de sus padres: cálido, limpio y ordenado, su mirada vagó por una pared donde estaban colgado momentos felices de él y otra chica pelirroja, sonrió al verles tan unidos, algo a lo que no estaba demasiado acostumbrada — ¿Es tu novia? — Preguntó aún sin dar un paso más hacia el interior por sentirse inútil en un sitio desconocido para ella.

Era un momento bastante incómodo, a final de cuentas, la chica aquella era una completa desconocida, ¿Qué podía hacer en esos casos? Ted simplemente había optado por escuchar lo que tuviera que decir, y al menos, darle un poco de tiempo para recuperarse y tomar algo de calor luego de permanecer fuera en la lluvia. — ¿Y tu madre? — preguntó curioso, escuchar aquello del hombre no le resultaba en ninguna novedad, pero sí le causaba un poco de confusión y curiosidad que él pudiese tratarle así sin que nadie más se metiera en el asunto, no había dicho en ningún momento nada sobre demás familia, sobre su madre, Ted sabía que de haber sido su posición, su madre habría interferido en un trato así.

— Ha sido algo muy inesperado, yo... no imagine que tuviese una hermana, no estoy al tanto de la vida de ese hombre, y no me interesa, aunque eso creo ya lo dije — sonrió levemente y cálido, no le parecía una mala persona, y comenzaba a creer debía haber algo fuerte para hacerla buscarle a él, a otro simple desconocido.

Le dejó entonces un par de minutos en lo que encontró una toalla y tomó un conjunto de jeans y sueter de Rawrie, volviendo con ello y extendiéndoselo. — Por este lado está el baño, deberías cambairte — señaló el lugar. La chica miraba en el entorno como si fuese un cachorro recién llegado a su nuevo hogar. — Es mi esposa — le mencionó esbozando una sonrisa boba. — Seguro que no debe tardar — y pensó entonces en cómo explicaría a la otra pelirroja la  visita aquella.

Agachó su cabeza y encogió sus hombros, el hombre tenía a su madre dominada, era una esclava para él y ella no le importaba ser su sierra — Siempre he sido un estorbo, según ella nunca debí nacer y sinceramente creo que tiene razón, porque mi vida realmente es una mierda — Resopló cansada, su madre también le había amenazado varias veces desde su mayoría de edad con echarla de casa, suponía que sólo vieron aquello como la oportunidad para hacerlo.

— Yo... sabía que existías. Él me habló de ti, también un amigo policía me ayudó a encontrarte. Lo siento, ahora que lo pienso suena un poco psicópata — Se disculpó sonriendo de medio lado — Sólo quería conocerte — Y descubrir que al menos un Simpkins era buena persona, Ted por lo visto tenía nota alta.

Miró de nuevo las fotos en la pared — Parecéis felices — Murmuró casi sorprendida de que un matrimonio se llevara tan bien.

Tomó la ropa con cuidado, la notó tan suave que estaba deseando sacarse la ropa mojada de encima — Gracias, realmente lo necesito — Esbozó una pequeña sonrisa y descolgando su mochila para dejarla en el piso, se encaminó al baño indicado.

Ted no sabía lo que era aquello, su madre siemrpe había sido la más dedicada, la madre más sobreprotectora, tal vez a veces demasiado para un Ted joven. Pero ahora de adulto, le admiraba aún más, y sobre todo luego de saber toda la verdad sobre su padre y todas las que había tenido que pasar y superar su madre a solas y con un hijo. Era afortunado. — No creo que sea así — aunque realmente no sabía nada, pero el entendía a una madre como aquella que lo daba todo por sus hijos, le era difícil pensar que pudiese ser capaz de tratar a su propia hija así. — Tal vez tiene miedo, no sé, ese hombre es alguien del que creo capaz de todo — se encogió de hombros.

— Bueno, algo — dijo esbozando una suave sonrisa, aquello no era lo esperado, nadie esperaba de hecho que le apareciera un familiar de la nada, y tal vez estaba siendo demasiado ingenuo al dejarle entrar así como si nada, pero aquellas pocas pruebas para él eran suficientes al momento, ya se daría a la tarea de investigar.

— Lo somos — dijo, no podía ocultar aquella expresión boba al hablar de su esposa, para él todavía era todo tan irreal. Estaba casado con la mujer de sus sueños, con esa mujer que siempre había visto como un imposible.

Le dejó ir y sacó inmediato su móvil, llamando a Rawrie para enterarla un poco de la situación. Su esposa era igual de impulsiva que él, pero la razonaba un poquito más, así que inmediato se preocupo de la situación, pero Ted intentó calmarle. — No luce peligrosa, y creo dice la verdad — dijo bajito.